jueves, 12 de febrero de 2009

Y una consecuencia grave de la lluvia

Este periodo continuado de lluvia está aplazando la manifestación de un problema grave en Villacarrillo: llegarán los días de escasez y nos cojerán a contrapié, como siempre. Más tarde o más temprano los pantanos volverán a estar bajo mínimos y todos volveremos a lamentarnos de no haber actuado antes. Y el problema no es sólo político, pues para acometer reformas de calado es imprescindible una opinión pública muy sensibilizada e inmersa de lleno en el problema de la escasez. Las decisiones políticas sin la presión de la necesidad y el problema inmediato tienen dificultades para salir adelante.

Sólo hay dos caminos para atajar el problema: aumentar el suministro con la demanda, lo que dada la capacidad limitada del pantano que nos suministra nos aboca al bombeo del río, con una estación ya plenamente operativa, pero con peor calidad de agua y un coste muy superior. Un suministro razonable está garantizado, lo que no es óbice para estar preocupados y temer la llegada de la sequía, que llegará.

Y nos queda la segunda opción, limitar el consumo. Villacarrillo consume una cantidad de agua que supera holgadamente el millón de metros cúbicos al año. Hay un componente de consumo institucional (fuentes, calles, edificios públicos, centros de enseñanza, obra pública, etc), otro de pérdidas en la red, decenas de kilómetros de tuberías que aunque sustituidos a un ritmo notable tardaremos años en optimizar por su enorme coste, otro componente de fraude, que afortunadamente está muy controlado, y por último el consumo facturable, del que descontando el consumo industrial (cooperativas en campaña y otras empresas de alto consumo) pueden situar (es una especulación mía) la ratio por persona y año en torno a los 50 metros cúbicos (50.000 litros, 140 al día), una barbaridad. Si el consumo per cápita sigue aumentando a este ritmo no habrá agua suficiente ni con tres pantanos. Y algunos dirán que no consumen esa cantidad. Hay que tener en cuenta, por ejemplo, el número de piscinas de la localidad, que a pesar de tener un precio que multiplica por bastante el del consumo humano siguen resultando baratas de llenar.

La autolimitación del consumo es un camino incierto, la concienciación del problema es generalizada y no ha tenido efectos sobre la reducción. Tan sólo cabe la solución del precio del agua. Mantener un precio asequible para el consumo básico e igualar el precio del agua en toda la comunidad (hoy cada pueblo tiene el suyo) de forma que el precio del consumo elevado resulte disuasorio, que no se aproveche el tema para guerras partidistas locales, y que los costes de gestión del agua no sean lesivos para los ayuntamientos, como hoy en día, donde esa gestión integral (no sólo agua recibida, agua facturada) incluidas averías, fontaneros, depuradoras, sustitución de red y otras resulta ruinosa para las corporaciones locales.
En esa linea parece que se mueven las intenciones de la Junta de Andalucía.

Problema colateral lo constituye la cuestión de los localismos sobre el agua y su uso para enfrentar pueblos, ciudadanos y corporaciones. Sinceramente creo que es un camino profundamente equivocado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Menuda barbaridad el subir el precio del agua. Desde hace mucho que no tenemos que tener restricciones y es porque hay agua suficiente, y el agua que cae es gratis y solo se nos tenia que cobra el precio del transporte que no creo que sea mucho. Este es otro embolado de los del cambio climático que nadie ve por ninguna parte. No vivimos en la edad media donde conseguir agua era poco menos que imposible para quien no viviese cerca de los rios. Y varios siglos despues no vamos a ira para atras.